Córdoba, devota de Frascuelo y de María

Contracrónica de la tercera (y última) de la feria de Córdoba.

«La España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María…» que escribía Machado.

Sigo pensando como Machado, como Ortega y Gasset, que la mejor forma de entender a España es vivir una corrida de toros como la que hoy hemos disfrutado en Córdoba.

Y digo disfrutado porque la vida hay que disfrutarla aunque no sea perfecta. Sorbo a sorbo, pase a pase, lágrima a lágrima. Vivir es lo que mejor sabemos hacer en esta piel de toro.

Lo dijo Rubén Amón en su excelso pregón taurino y hay que recordarlo. Una vez que el hombre fue capaz de asegurarse el sustento, el gran avance de la civilización fue el ocio. Saber divertimos en ese corto espacio de tiempo que va desde la cuna a la caja, sólo por hoy. Hoy lo hemos hecho.

Y Córdoba se regocijó este «domingo de resurrección» con un lleno que no recordaban los más jóvenes. Prohíbe algo en España y será la mejor forma de captar adeptos.

El himno de España quiere enfatizar la españolidad de una fiesta que es más española que su himno.

La indivisión de poderes que sufrimos llegó al palco. Peligro si la política quiere hacer justicia, pero más cuando la justicia quiere hacer política y olvida una ley que nos iguala a todos.

La plaza llena fue un ejemplo de postmodernidad. La verdad de lo que pasa no interesa, es más importante lo que yo sienta/quiera como verdad. Los trofeos son el relato que esconde el dato de la verdad en la plaza. No hay que preocuparse, lo importante es lo que pasa en el albero de la vida.

Un mundo de influencers de saldo. La gente sacaba sus teléfonos para mostrar después ante sus seguidores las imágenes que no veían por estar pendientes de exhibirse más que de vivir.

La inmediatez. Todo ya, al instante. Y los vomitorios y pasillos fueron un continuo ir y venir a por cubatas, sin importar la faena ni los toreros.

Ser el primero solo está al alcance de los elegidos. Preferimos que nos pellizquen el alma más que tener pagada la hipoteca de la casa. Valor, arte y técnica son necesarios para triunfar en la vida.

Pero, sobre todo, vi una plaza llena, gente con ganas de vivir, sonrisas, gritos, olés, calor, mujeres guapas, hombres elegantes, niños que quieren ser hombres, hombres que quieren volver a ser niños, FIESTA. Personas que quisieron olvidarse por un día de sus preocupaciones y acudieron en masa a este sacrificio milenario con el que, de manera inconsciente, todos pedimos perdón y protección.

La España del Gran Capitán y de Teresa de Ávila, de Machado y de Ortega y Gasset, la España de Quijote y Sancho, la que mira al cielo mientras come tortilla de patatas. La quiero así, en todas sus paradojas, y hoy la he disfrutado en silencio, pase a pase, sintiéndola a flor de piel.

Me niego a querer destacar por la crítica, la vanidad siempre esconde inseguridades. Prefiero la ofensa por vivir en permanente ilusión.

Hoy he disfrutado de volver a ser yo, de ser capaz de reír a pesar de mis muchos defectos. De no necesitar la perfección para ser feliz. La sencillez como modo de vida.

Gracias a todos los que hoy lo habéis hecho posible.

Don Paco.

 

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