Contracrónica de la segunda de la feria de Córdoba.
Juan de Tassis Peralta, II Conde de Villamediana, fue un noble español de la corte de Felipe IV. Aficionado a las fiestas de toros de día… y de noche, para sus actividades nocturnas gustaba de elegir a sus amantes entre las mujeres de alta alcurnia, a ser posible casadas. En sus devaneos llegó a encapricharse de Isabel de Borbón, esposa del rey. En un festejo taurino celebrado ante sus majestades, aquel conde rejoneó especialmente bien y la reina, entusiasmada, alabó la destreza del noble al picar el toro. A aquel comentario el rey le contestó: «pica bien, pero pica muy alto».
Hace un tiempo oí a José María Garzón, empresario de la plaza de toros de Los Califas, en una charla organizada en el Museo Taurino de Córdoba. Al preguntarle sobre la confección de los carteles y la inclusión de ciertos toreros de esta tierra, comentó con la citada frase, que había que picar más alto.
Hace unos días leía en la prensa local una entrevista al mencionado empresario en la que afirmaba que «le pedían que abriera la feria», con referencia a la corrida objeto de este artículo.
Lo que todos intuíamos se está cumpliendo. Lances de Futuro empataría en la primera de abono, perdería en la segunda y ganaría en la tercera. No se puede decir que no fuera previsible lo ocurrido.
Algunos dicen que estos resultados le dan la razón al empresario. Que la plaza está donde los cordobeses quieren. Sobre el particular algunos pensamientos:
Echar públicamente la culpa al consumidor por no comprar tu producto es, cuando menos, paradójico.
La plaza de toros y su presidencia fueron festivos en la novillada. Hoy, algo más exigentes. Pero en los dos días he notado un run run de hartazgo. No lo perdamos de vista.
Parto de una idea: el empresario quiere ganar dinero en Córdoba. Sería malo si la plaza de esta ciudad sólo se quisiera para no perder, mientras que se adquiere antigüedad y se intercambian cromos. Malo para Córdoba y para el prestigio profesional del responsable.
No sé con quién ha hablado el empresario para abrir la feria, pero yo personalmente hubiera opinado en otro sentido. Echo en falta al torero cordobés en activo que más veces ha hecho disfrutar a su afición, un toreo que suma en Córdoba al menos lo mismo que el 90% del escalafón y quizá reste menos para el bolsillo del empresario. Ya no está ni en las fotografías que cuelgan de las gradas, donde Córdoba también ha desaparecido. Hay que cuidar los detalles.
Históricamente los carteles generalistas han acompañado la feria de Córdoba, pero salvo necesidad, no han sido sus pilares. Por distintas razones, los toros en Córdoba siempre han tenido una trascendencia más local que nacional. Las taquillas en Córdoba han funcionado bien con los toreros de aquí, y si son dos en rivalidad, mejor.
«La afición» de Córdoba está por los suelos, eso nadie lo discute. Apenas 2.000 personas de pago somos los que acudimos con devoción al coso califal, pongan a quien a quien pongan. A todas luces no es suficiente. Entonces hay que mirar «al público», que sólo busca el acontecimiento, lo extraordinario. Ofrecerle un único acontecimiento es apostar a un solo caballo, en una peligrosa carrera de más reducción de espectáculos.
La feria taurina de Córdoba es muy complicada, por fechas, clima, formato de feria, localización… Sumar una semana de corridas ha sido la excepción. Pero sacar festejos fuera de estos días, incentivando la promoción de jóvenes valores y buscando ahí la razón para el apoyo institucional, es una propuesta a recuperar para mejorar nuestra cantera de toreros y de aficionados.
Me gustaría tener los datos para calcular la rentabilidad de la inversión. A buen seguro que hay auditorías externas que podrían fijar en cualquier actividad el coste en promoción que permitan los mejores resultados.
Si convertimos la plaza de toros en un Wizink Center de música, echando a los aficionados de la plaza once meses al año, habrá que echar el cerrojo el día que se vayan los conciertos.
No me gusta el tendido 2. Mal ejemplo.
Y ya dejo de opinar, porque mi obligación como amante de la fiesta es pagar mi entrada, cosa que hago religiosamente, sin haber pisado nunca el callejón de la plaza de toros de Córdoba. No quieran hacernos responsables de los errores ni de los aciertos del empresario. Sólo disfrutamos de los segundos y nos dolerán los primeros.
José María, yo sí quiero que te hagas rico en Córdoba, dejemos todos de discutir por ver quién la tiene más larga.